Cuando llega el otoño y retiramos los últimos vestigios de los cultivos que nos han acompañado durante los meses estivales, mucha gente abandona el huerto a su suerte y no vuelve a acordarse de él hasta el siguiente año. Este es el tiempo ideal del Rábano.
Para los verdaderos amantes de la huerta, llegan nuevos desafíos que ponen a prueba nuestro ingenio y destreza. Siempre en función del clima en el que vivimos.
El rábano (Raphanus sativus), perteneciente a la familia de las Brassicaceae, constituye un extraordinario cultivo para el otoño. Podemos cultivarlo por su raíz comestible, como es lógico. Aunque también por su hoja, que se consume en crudo, guisada o infusionada, e incluso por sus pequeños brotes recién germinados.
Cómo Cultivar el Rábano:
Para las personas más inexpertas en el huerto, el rábano supone un incomparable aliado para la iniciación en las labores de siembra directa (a boleo). Sólo nos requerirá un pequeño laboreo del terreno, mediante despedregado y retirada de raíces y hierbas adventicias. Añadiremos una buena cantidad de materia orgánica en forma de estiércol o humus de lombriz. Y procederemos a esparcir las semillas de manera uniforme, evitando la acumulación en un sólo punto. Remataremos con un rastrillado fino, tratando de que toda la semilla quede ligeramente cubierta por una capa de tierra, con el fin de evitar ser detectada por las aves, que podrían terminar con ellas.
La velocidad de germinación del rábano no tiene parangón con muchos otros cultivos. En aproximadamente una semana, dependiendo de las condiciones climáticas, los primeros brotes asomarán del suelo. Y en una o dos más estarán listos para ser aclarados. Este es un proceso laborioso que consiste en eliminar la sobrepoblación de plantitas que tienden a acumularse juntas. Para ello escogemos los brotes más débiles y los retiramos del suelo, dejando los más fuertes libres para crecer y convertirse en planta adulta.
El aclarado se puede evitar cultivando los rábanos o rabanitos en semillero. Trasplantando al huerto los plantones una vez que alcancen los cuatro o cinco centímetros.
No obstante, y a pesar de los inconvenientes, recomiendo el semillado directo en el terreno, realizando las labores de aclarado pertinentes. De esta forma podremos aprovechar los brotes retirados, que no sólo son comestibles, sino que además constituyen un ingrediente delicioso para nuestras ensaladas y platos.
Ahora sólo nos queda esperar, aunque afortunadamente poco tiempo. En dos o tres meses, en función de la especie, podremos cosechar nuestros rábanos. Y es que hay numerosos tipos que podremos seleccionar para nuestros huertos, según gustos.
Tipos de Rábano:
El rábano daikon tiene su origen en el oriente asiático. Es de gran tamaño y de color blanco. Y se identifica como un ingrediente fundamental en la comida japonesa.
El rábano negro presenta un gran interés por sus propiedades depurativas del hígado. Es de origen desconocido, aunque probablemente su cultivo empezó en el antiguo Egipto. Es de forma redondeada o cilíndrica, y de carne blanca. Deja un suave picor en la garganta. Quizás es el más desconocido de los rábanos, aunque su cultivo va ganando adeptos.
El rabanito es el tipo de rábano más extendido en huertos urbanos. De cultivo sencillo, el rabanito presenta numerosas formas y colores. Blanco, marrón, rojo o rosado y además cilíndrico, esférico u ovalado. El rabanito es divertido y colorido en nuestro huerto y también en nuestros platos.
La Recolección del Rábano:
El rábano tiene la buena costumbre de avisarnos de cuando está listo para ser recolectado. La parte superior de la raíz ya engrosada asomará de la tierra, señalando el momento. Debemos descartar las piezas que presentes rajas considerables y deformidades muy evidentes. Escogeremos aquellos de piel uniforme y lisa, sin fisuras, y de hojas brillantes y firmes.
Y ya estamos listos para disfrutar de nuestros rábanos recién cogidos de la huerta. No dudéis en probarlos y aprender a cocinaros o añadirlos con criterio a otros ingredientes para elaborar una deliciosa ensalada. Seguido a este párrafo os dejamos un enlace de una deliciosa ensalada de rábano y espinacas, ambos productos de otoño. Y recordad que no hay verduras ni hortalizas que estén malas, sólo mal cocinadas.
Ensalada de Espinacas
Autor: Samuel Pérez Sánchez
Si te ha gustado este artículo síguenos en las redes sociales y ¡déjanos un comentario!
Para comentar debe estar registrado.