Aunque no es nueva, en los últimos años se ha ido poniendo de moda una extraña variedad de col en los lineales de supermercados y en tiendas especializadas. Una extraña hortaliza que destaca entre todas por su aspecto y brillante color verde. Y es que la col romanesco se asemeja más a la piel de un dinosaurio que a un alimento.
En este artículo no voy a darte las claves de su cultivo, ni las plagas que le afectan. Si has venido buscando esos datos aquí, no has acertado. Pero sigue leyendo si te place, porque en este artículo me salgo de mi línea habitual para presentaros la col romanesco tal como a mi me gusta observarla.
Y es que llevo en esto de las plantas y los huertos toda mi vida, y desde que por primera vez vi florecer a la romanesco, me entró una gran curiosidad acerca de su singular forma. Me puse a investigar a fondo sobre esta maravilla de la naturaleza y me cautivó.
Desde entonces es una de mis hortalizas favoritas. Y no me refiero a degustarla, que también. Me cautivó su geometría, su patrón aparentemente irregular y su incuestionable belleza.
Este es un viaje de todo lo que aprendí de una simple col. ¿Me acompañas?
Origen de la Col Romanesco
Existe bastante controversia acerca de los orígenes de la col romanesco (Brassica olaracea). No me corresponde a mi determinar cuándo ni cómo se empezó a cultivar por primera vez. Me voy a limitar a contaros las dos versiones más extendidas.
Citando la Wikipedia:
El romanesco (Brassica oleracea) es un híbrido de brécol (Brassica oleracea var. italica) y coliflor (Brassica oleracea var. botrytis) de la familia de las brasicáceas. El brécol romanesco fue documentado inicialmente en Italia (como Broccolo romanesco) en el siglo XVI.
Otras corrientes defienden otros orígenes más difusos, utilizando el término Eurasia para ubicar una imprecisa procedencia. Incluso hay webs que apuestan por no calificarla como un híbrido, sino como una genuina variedad verde de coliflor italiana.
Sea como fuere, hay que dejar algo claro: un híbrido no es un monstruo de la naturaleza. No tiene nada que ver con lo transgénico ni es algo antinatural. Al igual que los mulos, que provienen del cruce de una yegua y un asno, los híbridos entre dos especies muy similares de la misma familia son abundantes en el reino vegetal.
No obstante, hecha esta aclaración, lo que nos ha traído hasta aquí no es su origen, sino su geometría.
La geometría de la Col Romanesco
Lo primero que destaca al observar la romanesco es su color verde lima y su extraña forma. Es angulosa, picuda y extraña. Cada pico, a su vez, está formado por otros muchos picos que se disponen en un patrón aparentemente irregular. Aunque si nos fijamos con detenimiento veremos que no es así. Además, a simple vista, podemos llegar hasta el tercer nivel de picos, esto es, cada uno de los pequeños picos que componían cada uno de los más grandes también está formado de picos. Si tenemos una vista prodigiosa, o una lupa, podemos seguir mirando y descubriremos que esto se repite hasta su estructura molecular. Si la col siguiera creciendo hasta el infinito, seguramente siempre seguiría el mismo patrón.
Además no sólo es la repetición infinita de cada pico de la flor. Es el patrón lo que se repite hasta el infinito. Cada protuberancia es en si misma otra col idéntica, pero más pequeña. Y repite el mismo patrón que antes. Esto se conoce como geometría fractal.
Un fractal es un objeto geométrico cuya estructura básica, fragmentada o aparentemente irregular, se repite a diferentes escalas. El término fue propuesto por el matemático Benoît Mandelbrot en 1975 y deriva del latín fractus, que significa quebrado o fracturado.
Sucesión de Fibonacci
Una vez que tenemos una ligera idea de lo que es un fractal, ya no podremos ver la romanesco como una sencilla coliflor verde. Pero es que además la apariencia irregular de las espirales de esta col es una pura ilusión. Cada col repite siempre el mismo patrón, que no es casual. Cada pico de cada col lo sigue reproduciendo. Se trata de la espiral de Fibonacci, muy semejante a la espiral áurea y la geometría sagrada.
La sucesión comienza con los números 0 y 1, y a partir de estos, cada término es la suma de los dos anteriores. De tal forma que la sucesión que puso de moda la renombrada novela de Dan Brown, El código Da Vinci, resulta ser la siguiente:
0, 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, 89, 144… Hasta el infinito.
La espiral de Fibonacci
La espiral de Fibonacci es una aproximación de la espiral áurea que se genera dibujando arcos circulares conectando las esquinas opuestas de los cuadrados ajustados a los valores de la sucesión, adosando sucesivamente cuadrados de lado 0, 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21 y 34.
El patrón que sigue la romanesco, y que repite constantemente de forma que resulta ser un fractal, es la ESPIRAL DE FIBONACCI.
Conclusiones sobre la Col Romanesco
Todo esto, que queda en mera curiosidad, espero que te haga mirar la naturaleza de otra forma, a partir de ahora. La espiral de Fibonacci no es única de la romanesco. Se repite en las flores de los girasoles, en los caparazones de ciertos moluscos o en la configuración de las piñas de las coníferas.
Lo que no se puede negar es que la romanesco constituye una inigualable fuente de vitaminas y minerales. Su consumo habitual es muy útil para combatir la obesidad, el colesterol o el estreñimiento. Un importante componente que comparten el brécol, la coliflor y la romanesco es el sulforáfano, que tiene propiedades para prevenir el cáncer.
Su sabor no es ni tan intenso como la coliflor ni tan suave y neutro como el brócoli. Es deliciosa para comer en crudité, y combina muy bien con otras verduras y guisos.
Por todo lo dicho os invitamos a que descubráis, si no lo habéis hecho ya, esta extraordinaria hortaliza. La contempléis como la belleza que es. Y no os de ninguna pena hincarle el diente.
Y recordad siempre que no hay verduras que estén malas, sólo mal cocinadas.
Canelones de Romanescu y Panceta
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